lunes, 3 de febrero de 2014

Recordando a Ángel Luis


Ángel Luis Mejías Jiménez "Bienvenida" VIII
(Sevilla, 2 Agosto 1924 // Madrid, 3 febrero 2007)

Siete años ya de su partida

Ángel Luis de la Guarda de todos nosotros, hoy te recordamos no con un minuto laico de silencio sino de pie, tras hacer la señal de la Cruz, con un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. 

Fernando Claramunt López. 
Presidente del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida. 
Madrid. 3 de febrero de 2014..

Querido Juan Lamarca: 
Cada 3 de febrero recordamos a nuestro amigo Ángel Luis Bienvenida sin acabar de creer que ya no lo veremos en nuestras tertulias. Tampoco en los alrededores de la Plaza Monumental de Madrid en tarde de corrida. Daba gusto ver cómo le saludaban los aficionados, los toreros retirados y los todavía en activo, los empleados de la plaza, las personas digamos "importantes" y, en especial, la gente más modesta del mundo taurino. Para todos tenía unas palabras de afecto, un gesto sonriente y un saludo amistoso. Su simpatía no nos parecía de este mundo. Había en sus últimos años una expresión de bondad y de desasimiento de las vanidades, de las intrigas y envidias propia del que Díaz Cañabate bautizó como Planeta de los toros. 

Con el rostro joven y la apostura de siempre, no pasaban los años sobre su cuerpo. Con su torería de siempre admirábamos los andares de Ángel Luis. No se le notaban huellas de la llamada "tercera edad" y, menos aún de aquello que con crueldad, pero indiscutible verdad, calificó Baltasar Gracián como "vejecía". Esa edad, tan gracianesca, en la cual la gente no siente mejoría en ningún aspecto y en cambio "entra en franca peoría", sobre todo en el ánimo. Nunca le vimos entristecido, ni pesimista. Supo en todo momento mantener con dignidad y aplomo la cortesía y el señorío que han distinguido a la dinastía Bienvenida. Sufrió las contrariedades y las penas que toda vida prolongada lleva consigo. 

Lo recordamos correspondiendo con entereza y serenidad a las expresiones de condolencia en el duelo por sus hermanos mayores y por Juan, el queridísimo hermano menor, enfermo tanto años de leucemia. Esto último lo comentaba con una curiosa mezcla de melancolía y ternura: 

"-Por mi hermano Juan hice una promesa, la de dejar de fumar. Y la he cumplido, bien los sabe Dios, pero no de manera perfecta. Porque Mari Carmen, mi querida esposa, siempre ha encendido un pitillo con la colilla del anterior. En nuestra casa yo he sido un fumador pasivo. No sé si eso me lo habrán tenido en cuenta en el Cielo. Al menos Juan vivió bastantes años lado de nosotros" 


Ángel Luis, admirable esposo y padre, debió ser además de muy buen hijo, un gran hermano de sus hermanos. A pesar de reconocer que la inmensa sapiencia taurómaca de los mayores, Manolo, Pepe y Antonio, más que ayudarle le llenaba de complejos los adentros de la montera en las tardes de toros. Sobre todo le pesaba la sabiduría de Pepote: 



"-Niño ten cuidado que ese toro te va a coger. -Que no Pepe, que ese animal no tiene anda de particular, es claro, sencillo y puedo muy bien con él. Yo estaba tan tranquilo y de pronto ¡Pum! El volteretón. Y Pepote que llega y en vez de preguntarme si estoy herido me suelta: " -Niño eres tonto, ya te había dicho yo que te iba a coger." 

Y lo mismo me pasó cuando les ofrecí a él y a Antonio poner las banderillas por delante de mí en una corrida de Miura:

 "-Que no, Ángel Luis, que te equivocas. Sal tú por delante porque si no es así, jamás le pondrás el tercer par a ese toro". Yo insistí. En seguida comprobé que Pepe volvía a tener razón. Ellos salieron del paso con soltura, pero el toro se puso imposible, muy avisado, reservón y a la defensiva. Yo pasé varias veces por delante de los pitones sin clavar. Menos mal que el presidente comprendió la situación y cambió el tercio. "-Ya te lo advertí, niño", me dijo Pepote en el burladero."A ese miura no le ponías tú el tercer par." 

En la muerte de su compañero y muy querido amigo Pepe Dominguín, le escribió una carta al Más Allá reprochándole que le hubiera dejado tan sólo. Nada le reprocharemos por nuestra parte a Ángel Luis porque lo sentimos presente cada día en nuestro espíritu, en nuestra afición a los toros y en nuestra afición a ser españoles, porque la españolía le sobraba con creces a Ángel Luis, como la clase y el ser señor dentro y fuera de las plazas. Maestro de elegancias, de saber estar, señor de la amistad. 

Ángel Luis de la Guarda de todos nosotros, hoy te recordamos no con un minuto laico de silencio sino de pie, tras hacer la señal de la Cruz, con un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. 


Juanito, Antonio, Papa negro, Pepote y Ángel Luis


Ángel Luis


Manolete, Franco, Ángel Luis, Álvaro Domecq y El Estudiante



El Viti, Diego Puerta, Paco Camino, Ángel Luis y Macareno




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