viernes, 13 de julio de 2012

VENEZUELA: Historia, feria y tradición de Tovar / Por Nilson Guerra Zambrano



Corrida en el Coliseo ·El Llano" de Tovar

 "... Es Tovar tierra de añeja herencia española. Es el lugar donde más se conserva  la tradición taurina sembrada por los ibéricos. En Tovar se conocen los festejos taurómacos desde hace ciento cuarenta años. Y, para no decir más, su plaza de toros es una de las mejores del mundo..."

Historia, feria y tradición de Tovar

Por  Nilson Guerra Zambrano
Secretario General del Capítulo Nacional de Venezuela 
del C.T.A.D.B

En el camino real abierto  en el segundo semestre de 1558 por el extremeño Juan Rodríguez Suárez, nacido en la Emerita Augusta Romana que fundó Publio Carisio veinticinco años antes de Cristo, los indios Mocotíes  mantuvieron por décadas sus tierras hasta que fueron repartidos en plantaciones agrícolas de  la geografía occidental.
         Amigos del  tambien hispano Francisco de Cáceres Guélvez, nacido en Alcuéscar)  tomaron esos predios (y dejaron un pequeño resguardo indígena)  para, progresivamente, dar configuración  a un poblado que con los años recibió las denominaciones  de  Nuestra Señora de Regla de los Bailadores, Parroquia de Bailadores y Villa  Tovar.

         Ese Tovar, de ahora, es el mismo pueblo indígena invadido y devastado por Rodríguez Suárez, atacado (o pacificado como dicen las escrituras) por Francisco de Cáceres, esclavizado por los encomenderos y liberado por el sacerdote José Ceballos Obregón. Tiene la misma ubicación, sus inmediaciones sirven para el cultivo de variados productos vegetales y ganadería, y su gente es laboriosa, honesta y solidaria.

         En Tovar se conserva el nombre de Mocotíes en imperecedero homenaje a los pioneros, se sigue venerando a  Nuestra Señora de Regla y se conserva la hermandad (después de la rivalidad decimonónica)  con la vecina  Bailadores.

         Es Tovar tierra de añeja herencia española. Es el lugar donde más se conserva  la tradición taurina sembrada por los ibéricos. En Tovar se conocen los festejos taurómacos desde hace ciento cuarenta años. Y, para no decir más, su plaza de toros es una de las mejores del mundo.

         En ese pueblo, al que los nativos le decimos Ciudad y nos ufanamos al decir que sus hijos despliegan talento por todo el mundo (tovareños han  estado en Naciones Unidas, Estados Unidos de América, China, Unión Soviética, India, Argelia, España, Portugal o México, en relevantes posiciones), la vida transcurre en medio de gran alegría.

         Una de las épocas anuales de mayor entusiasmo es la festividad patronal de Nuestra Señora de Regla  (de San Agustín), aún más antigua que la actividad taurina porque supera  los tres siglos y medio.

         La feria reúne los hijos esparcidos por la República, en septiembre.  Su programa, a la usanza española, sigue congregando vendedores de productos del campo,  de animales, de aperos,  de confites, de obras de arte, de artesanía, de manualidades,  de ropas, de calzados, de alimentos, etc. Hay juegos deportivos, casino al aire libre, bailes, desfiles musicales y de carrozas, comparsas, concursos y abundantes comidas y bebidas.

         El ayuntamiento exalta de manera solemne el festejo mariano de Regla y, en reunión de alcalde y ediles,  invita  a un hijo de la tierra para ofrecer un discurso que siempre tiene reminiscencias  de hechos de su vida infantil o juvenil.

         La prosa amena de Alfonso Ramírez Díaz, Domingo Alberto Rangel, Rigoberto Henríquez Vera, Milena Sardi Muñoz, Mercedes Pulido Musche, Carmen Delia Bencomo y Rafael Gallegos Ortiz se ha escuchado en el albero municipal.  La densidad de Simón Alberto Consalvi y Jesús Rondón Nucete no ha faltado. El detalle histórico lo han reiterado los académicos Rafael Armando Rojas y Héctor Bencomo Barrios.

         Uno de los más mejores discursos septembrinos corrió  a cargo del abogado Luis Enrique Bottaro, profesional del derecho con ejercicio dentro y fuera del país, con un bagaje intelectual aquilatado  y con una obra escrita que abrirá paso a otras producciones revestida de la densidad propia del autor.

         El discurso de Bottaro tiene la virtud de elogiar  con gratitud la tierra natal y rememorar el festejo en sus años infantiles y mozos, pero a su vez toma elementos de otros escritores locales, para enfatizar vivencias ajenas y para resaltar que su Tovar no solo es tradición sino tambien intelectuales de valía.

         Es así como,  a lo largo de muchos años,  el municipio se ocupa de distinguir a sus hijos, de reconocerle sus méritos, pero tambien de recuperar aspectos de una tradición que no envejece y logra acumular recuerdos que sirven para estructurar de mejor manera la historia del ferial más antiguo  de Venezuela.

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